jueves, 24 de junio de 2010

Iasuco e Hiromi

Hoy volví a ver a una persona muy especial, que conocí en mis primeros días en Brasilia.
Su nombre es Iasuco, y tiene 91 años.

Es la madre de Hiromi, brasileña de nacimiento pero heredera de esa generación de japoneses que vino al Brasil hace un siglo. Hiromi trabaja en una empresa filial a la mía, así que me han acogido en sus oficinas y allí voy todos los días a trabajar.

Mi primer día aquí me lo pasé recorriéndome la ciudad en su coche, buscando entre las dos un hotel donde dormir, tan sólo dos horas después de habernos conocido. El que yo había reservado desde Madrid solamente me aceptaba si firmaba un contrato para un mes, y no estaba yo para esos compromisos después de haberme cruzado el charco y andar medio grogui por ahí.

No se me olvida el momento del día: el solazo dándonos de cara en la carretera, Hiromi al volante, hablándome y mirando al frente tan tranquila sin bajar el parasol. Así de escondidos tiene los ojos en su carita, como si tuviesen vergüenza de salir, que no le molestaba nada!

Fue un no parar tremendo, pero al final todo se arregló, ya a las mil de la noche. Cuando Hiromi dijo de llevarme a cenar algo (a estas horas só temos o McDonals aberto...) ya me sentía totalmente aterrizada aquí, arropada por Brasil. Me acosté pensando: por algo tengo yo tanto cariño a esta gente, y aún conservo a mis amigos brasileños después de tanto tiempo...

Iasuco habla portugués con acento oriental (tan entrañable que te entran unas ganas tremendas de abrazarla). Tiene una lucidez y un sentido del humor que ya quisieran muchos jóvenes. Hoy me contó que hasta hace poco escribía Haiku, un tipo de poesía japonesa que se escribe en una única línea vertical con sílabas muy cortas.

初しぐれ 猿も小蓑を ほしげ 也
hatsu shigure saru mo komino wo hoshige nari
the first cold shower
even the monkey seems to want
a little coat of straw
Ahora ya se le está olvidando su lengua materna, porque no la practica con nadie. Cuánto daría hoy yo por saber y leer sus ideas. Seguro que son mucho mejores que ésta.

1 comentario:

  1. Ese atardecer no me hubiera importado vivirlo contigo Paca mia...
    yo tengo los ojos también un poco escondidos, más bien pequeñitos
    pero a veces se ponen timidos y me dicen que les tape con algo oscuro
    así que les arropo con unas gafas. Son el espejo del alma como dicen,
    y parece que mi alma no quiere estar siempre expuesta a todo.
    De P a P ;)

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