martes, 29 de junio de 2010

Érase una vez el semiárido

Hoy fue un día determinante en nuestro trabajo aquí. Nos reunimos con el señor Tadeu, el director del Instituto Ambiental Brasil Sustentável (IABS) que es, ni más ni menos, el receptor de los 20 millones de euracos que el Fondo de Cooperación para Agua y Saneamiento de la AECID ha invertido en Brasil.
[Por cierto, que hemos salido en su boletín de noticias, aquí]


En la foto, de derecha a izquierda: Carla del IABS, una misma, el compañero de ésta (Zoilo) y Milton del IABS.

Este pequeño brasileirito (que se escabulló del retrato de familia), de ojos nerviosos y acento carioca seseante, maneja el cotarro desde su pequeña oficina, instalada en el seno del Gilberto Salomão, un centro comercial del sur de la ciudad. En Brasilia todo es posible: una ONG ambiental moviendo sus hilos en el seno de un templo del consumismo empedernido. Por qué no.

Tadeu nos dio algunos documentos que nos venían faltando desde que llegamos aquí, para poder entender todo el funcionamiento del proyecto. Tres semanas mendigando información, abrasando por teléfono, insistiendo por email y cayendo mal a la gente por pesados (y más que seremos), finalmente han dado algún fruto.

Y ahora puede ser buen momento para contar en qué consiste exactamente el proyecto que me trajo aquí, que lleva existiendo desde hace mucho tiempo...

En el nordeste de Brasil existe un área de 970.000 km2 con clima semiárido (el área de estas características más grande del mundo), abarcando hasta 9 estados del país.

Sólo hay dos estaciones al año: la lluviosa (que suele ser torrencial y acíclica) y la seca (que llega a durar 8 meses, sin tregua), imperando condiciones próximas a la desertificación (aridez de la tierra e inaccesibilidad a fuentes de agua limpia).
Es, con diferencia, la zona más deprimida de Brasil, con la mayor proporción de población rural (como siempre) y menores posibilidades para acceder a la riqueza de la que goza el país en los últimos tiempos.

Justamente en estos días la zona está en estado de emergencia por las tremendas tormentas que han caído en las últimas semanas, que han desbordado ríos y embalses.

Hete aquí que la sociedad del semiárido, que sufre esta situación desde hace siglos, se viene movilizando para luchar por la supervivencia en el lugar. Y entre las miles de ideas que se han ido implantando, gracias a un sinfín de ONGs, organizaciones civiles y comités de agricultores con mucha iniciativa, surgió hace 10 años el Proyecto "1 Millón de Cisternas".
Este proyecto construye cisternas (o depósitos) para la recogida de agua de lluvia, de manera que pueda ser almacenada para ser usada a lo largo del año y en especial, en la época seca. Las familias beneficiarias participan en el propio proceso de construcción y son capacitadas para mantenerlas.

Y justo en este año, la AECID ha entrado a financiar el proyecto, contratándonos para ayudar en la puesta en marcha del asunto.

El plan era ir a visitar la zona la próxima semana, pero dadas las circunstancias delicadas que atraviesa, quizá no sea posible. Las noticias empiezan a hablar de más de mil desaparecidos y mucho desasosiego, personas que se suicidan y que mueren de infartos. La población más vulnerable siempre a prueba...

El proyecto ha hecho mucho bien en el semiárido, eso se ve claramente. Lo mejor de todo es que haya sido la propia población la causante del movimiento. Montones de familias dispersadas por todo el nordeste con su cisterna en casa, pudiendo tener el orgullo de haber sido ellos mismos los constructores.

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